El Red Cross War Memorial Children’s Hospital en Ciudad del Cabo es uno de los centros hospitalarios infantiles más importantes del mundo y el único hospital pediátrico de toda África subsahariana. Es famoso por la calidad de su servicio y sus programas de investigación y perfeccionamiento. La mayor parte de los pacientes del hospital provienen de comunidades marginadas extremadamente pobres de la Provincia Occidental del Cabo y un tercio de los mismos son menores de un año.
La Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (PICU) se ocupa diariamente de casos complejos como cuadros cardíacos (250 – 300 casos por año), cirugía neonatal (en niños de hasta solo 700 gramos de peso) neurocirugía, traumas y quemaduras (50 – 60 casos al año), traqueotomías y cuadros respiratorios y neurológicos. Ha obtenido resultados excepcionales tales como:
No obstante, la PICU sufre una carencia crónica de recursos y necesita urgentemente nuevos fondos. Con más de 1,7 millones de niños en la Provincia Occidental, el número de casos derivados al hospital ha aumentado exponencialmente en la última década, y en consecuencia la cantidad y complejidad de los casos de cuidado intensivo. Hoy, la Provincia Occidental del Cabo no cuenta con suficientes camas destinadas al cuidado intensivo pediátrico. Actualmente la PICU del hospital posee 22 camas, ocupadas casi al 100%. La demanda de camas ha llegado al punto en el que cada año muchos niños ven nuevamente pospuestas sus operaciones programadas, a causa de la falta de espacio.
¿De qué forma la Fundación Quercus responderá a esta necesidad?
La Fundación Quercus se ha comprometido a recaudar 1,8 millones de libras esterlinas (cerca de 2,5 millones de euros) para construir la nueva ala quirúrgica postoperatoria en diciembre de 2017, lo que permitirá al hospital hacer frente a la creciente demanda de tratamientos especializados para niños gravemente enfermos. La internación en una Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (PICU) es una experiencia terrible tanto para el niño como para su familia. Colaborando con el Hospital y con el Children’s Hospital Trust, nos aseguraremos que la institución pueda brindar los más altos estándares de tratamiento:
Conoce la historia de dos niños increíbles con los cuales hemos pasado tiempo en el Red Cross War Memorial Children’s Hospital en Ciudad del Cabo.
La historia de Limile
Limile Tsodo es un niño de tres años que nació con displasia renal y necesita un nuevo riñón. Ha ingresado en la PICU ya tres veces, la última permaneciendo una semana después de una operación en las glándulas paratiroides. Después de cada operación, Limile debe permanecer por un período de tiempo en una unidad de aislamiento para prevenir infecciones, pero como el hospital no dispone de ella, se le interna en una sala pequeña para tratar de protegerlo.
Limile es ciertamente un niño pequeñito pero ya habla tres idiomas y posee un léxico médico impresionante que ha aprendido durante sus estancias en el hospital, que se ha convertido en una segunda casa para él y toda su familia. No pueden hacer más que esperar entre respiradores, agujas y diálisis hasta que se encuentre un riñón para el trasplante. Afortunadamente para él, como dice su padre Luthando: “Es un privilegio para Limile encontrarse aquí, donde hay siempre tantas demandas de camas. Somos conscientes de la gravedad de su problema renal, pero tenemos fe en los doctores y rezamos. Los médicos y las enfermeras ponen pasión en su trabajo y cuentan con todo nuestro respeto y apoyo”.
A pesar de los tubos, los equipos de respiración, las agujas y los medicamentos, Limile es el orgullo de su familia por el espíritu y el coraje que demuestra y por su fascinante personalidad. Luthando dice, “Lo único que quiero es que mejore, quiero verlo correr con los otros niños, que interactúe y juegue con ellos.”
La historia de Me-Kyle
Me-Kyle Samson, de once años, estuvo internado casi tres semanas en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (PICU) con quemaduras sobre el 40% del cuerpo, en cabeza, pecho y piernas. Necesitaba aislamiento no solo como prevención contra eventuales infecciones intrahospitalarias sino también para que los demás niños no fueran testigos de su extremo malestar mientras los médicos lavaban, curaban y vendaban sus heridas.
Su padre, Karel, que lo encontró irreconocible con quemaduras provocadas por la explosión de una subestación eléctrica en su barrio de Paarl, visitó a Me-Kyle en la PICU por primera vez: “quería llorar, tenía tantas vendas. No entendía que pasaba. Solo sabía que nunca volvería a ser el mismo, estaba bajo shock por el ruido de todas esas máquinas y todos esos niños tan graves en la ICU.”
Karel jamás durmió, los fines de semana lo acompañaba la madre de Me-Kyle. Se encontraban en un ambiente absolutamente inadecuado para acoger a padres que están tratando de cuidar a sus hijos y al mismo tiempo sobrellevar su propio shock y trauma. Existen poquísimas camas en una sala de 22 pacientes, la mayor parte de los padres debe elegir entre un banquillo junto a la cama del hijo, o la sala de espera, oscura y deprimente.
Han pasado ya varios meses y Me-Kyle sigue internado en el Hospital. Suele acompañar a los médicos en su ronda, se ha convertido en un especialista en vendaje de quemaduras (¡Hasta aconseja a los doctores!) Pregúntale qué quiere ser de grande y te responderá “Profesor de Medicina”.